La otra cara de Barcelona
- Jose Manuel Morcillo Nuñez
- 11 abr 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 abr 2019
Portal del Ángel es una de las zonas más concurridas de Barcelona, una ciudad que representa el consumismo en estado puro. Junto a las mejores tiendas de la ciudad, tras un umbral poco transitado, se encuentra la Parroquia de Santa Anna, un lugar en el que se vive una realidad totalmente diferente a la que estamos acostumbrados a ver.
La Parroquia de Santa Anna es un edificio un tanto pequeño. Lo que lo hace especial es la principal atracción que tiene: acoger a las personas sintecho. Y es que, desde el 2017, este edificio eclesiástico se dedica a proporcionar cobijo y algo de alimento a aquellas personas que lo necesitan.

Tras haber llegado al recinto de la Parroquia se avista un centenar de personas esperando su turno para recibir el poco alimento que les pueden ofrecer. Santa Anna no es un comedor social en toda regla, pero ayuda sobre todo a las personas que no pueden acceder a estos debido a su falta de “papeles”. Por las mañanas, sobre las 8 o las 9, ofrecen un desayuno y el resto del día solo sirven aperitivos tales como fruta o un par de galletas.
Pero este edificio eclesiástico no se dedica únicamente a la beneficencia, también cumple las principales funciones de un edificio de este tipo como son la celebración de misas. Lo que si que hacen es reservar un espacio único para el trato de la gente sin recursos, disponiendo de una entrada independiente a la de la iglesia. Dentro de este espacio hay una serie de bancos y una mesa en la que se reparte la comida.
La parroquia dedica un espacio para tratar a la gente sin recursos.
Adentrándonos más en el interior de este espacio, podemos advertir una sala en la que se encuentra toda la comida que se ofrecerá a lo largo del día. En ella trabajan los voluntarios preparando dichos alimentos. Además, en este espacio hay una serie de paneles en los que se pueden ver las imágenes de unas cámaras situadas en el exterior del edificio.
Aquellos que lo precisen pueden visitar la parroquia durante todo el día. Algunas personas duermen en los bancos, otros se sientan en la plazoleta que hay al lado del edificio.
Santa Anna hace todo lo posible para ayudar a esta gente. Lo que le permite proporcionar esta ayuda es la cantidad de voluntarios que colaboran en la causa. Algunos ejemplos son los peluqueros que visitan la parroquia una vez al mes para así cortar el pelo a aquellas personas que lo requieran. Otro ejemplo es un médico, que pertenece al Hospital Sagrat Cor, que acude todos los lunes para tratar las afecciones de los necesitados.
Otro aspecto que hace que la parroquia sea tan apreciada son las actividades que organizan. Las personas que acuden a él en busca de ayuda pueden entretenerse pintando, jugando a futbol en la plazoleta o bien meditando.
Cabe destacar que la capilla en la que se atiende a los necesitados dispone de conexión wifi, tanto para los voluntarios como para aquellos que acuden a esta en busca de ayuda.
Analizando la cantidad de gente que se encuentra en este espacio, la mayor parte son hombres y casi todos son extranjeros. Algo muy curioso es que algunos visten ropa de marcas cuyo precio es ciertamente elevado. Otros utilizan smartphones relativamente caros. Ambos detalles resultan un tanto chocantes ya que, se supone que la gente acude aquí en busca de ayuda.
En relación con lo anterior, algunos de los voluntarios afirman que hay personas que disfrutan de sus servicios por pura gula. Es decir, que algunas personas simplemente van allí por el hecho de que “hay comida gratis”.
En términos generales, la Parroquia de Santa Ana hace todo lo posible para ayudar a aquellos que lo necesitan, independientemente de su nacionalidad o el estado en el que se encuentre.
Jose Manuel Morcillo Nuñez
Contacta con la parroquia.
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